Como miembro de la tribu indígena Fort Mojave, para mí, Avi Kwa siempre ha sido un ser viviente, no solo folclor. Algunas de mis primeras experiencias en “Montaña Espiritual” eran memorias que eran parte de nuestra historia familiar; memorias que iniciaron en la intersección entre el entendimiento de mi identidad indígena y el encontrar significado en nuestra comunidad y gente.
Recuerdo durante mi juventud, acompañada de mi abuela, haber visitado múltiples tribus en Nevada, Arizona, y California. Recuerdo compartir historias sagradas sobre la Montaña Espiritual, estableciendo vínculos mediante su importancia, y compartiendo lenguaje y cantos. Avi Kwa Ame es donde todo empezó para mí; el paisaje y el agua están conectados a Avi Kwa Ame, de Fort Mojave al Golfo de México. Avi Kwa Ame no es solo donde fuimos creados sino un recordatorio para todas las generaciones, de nuestra conexión y responsabilidad de la tierra y aguas. Es por esto por lo que siempre he estado comprometida con la protección de la Montaña, porque al proteger Avi Kwa Ame, estaba asegurando la supervivencia y protección de nuestra gente y su legado.
“De donde viene el espíritu”, es uno de los muchos significados de Avi Kwa Ame. La tierra es sagrada por su importancia a las tribus, pero aparte, Montaña Espiritual es el sitio de ceremonias tribales que ocurren hoy en día. Es la historia de quienes y como somos. Para muchos, estas tierras sagradas se han convertido en fuentes de empoderamiento, especialmente siendo uno de los pocos espacios restantes donde personas indígenas y nativas como yo, pueden poner en práctica nuestra tradición de la misma manera y en el entorno de nuestros Ancestros. Es por esto por lo que la destrucción de la tierra y su preciosa naturaleza hubiera significado una ruptura completa de la confianza para la comunidad. Afortunadamente, la designación de monumento nacional puede restablecer la confianza para nuestras comunidades, y puede ser un paso hacia la mitigación del cambio climático al tomar en cuenta la responsabilidad que tenemos hacia la naturaleza que nos enseña el conocimiento ecológico indígena, y tener un enfoque de sustentabilidad en la protección de nuestro futuro.
Sin embargo, la lucha por la sustentabilidad no ha sido fácil. Nuestras tierras y gente han sido objeto constante del capitalismo extractivo y de las industrias que lo practican. El Desierto de Mojave en la parte sur del Condado Clark, así como varias áreas con espacios grandes de tierras federales públicas al largo del Oeste, enfrentan una creciente presión de desarrolladores que ven extracción en lugar de reverencia. Como lo han dicho nuestras comunidades viviendo en el área, “el desarrollo destruiría estas valiosas tierras e impactaría negativamente a los hábitats y personas que dependen de su existencia y conservación.” La naturaleza no es protagonista del juego político del desarrollo y negocio. Por más de dos años, diversos sectores, líderes de tribus Nativas Americanas, ambientalistas locales y legisladores de Nevada, han hecho el llamado a la administración de Biden a proteger las 450,000 hectáreas de tierra como un monumento nacional, porque creíamos que esta Administración tenía la oportunidad única de mostrar que Estados Unidos podía lograr una sustentabilidad responsable, apoyada por las tribus e impulsada por locales.
En la Cumbre de Naciones Tribales, honrando su compromiso, el presidente Biden ayudó a que Montaña Espiritual sea alivio para comunidades tribales como la mía y a otras, que temían la pérdida de nuestras historias por el beneficio a corto plazo de unos cuantos a costas de patrimonios tribales. Acorde al sentir de líderes tribales, estoy totalmente convencida que la invasión ha sido una de las principales amenazas a nuestra soberanía tribal—pero lo que es diferente es que hemos comprobado que hay una vía alterna: un esfuerzo multidimensional de protección. A diferencia de desarrolladores, nuestras tribus han estado en Avi Kwa Ame por generaciones, por lo que la presión de individuos buscando lucrar, ha recordado las experiencias de “apropiación de tierras”, o el robo de tierras indígenas, y eventual traslado y confinamiento de nuestra gente a parcelas más chicas.
Tenemos la esperanza de que la designación ayudará a levantar la carga del cuidado de un espacio sagrado que es para las tribus y que ya se pueda compartir con todos los que creen en una sustentabilidad responsable. No estoy sola en esta narrativa, y conforme seguimos celebrando esta inmensa victoria, quiero enfatizar algo sobre este logro. Siempre hemos sido intrínsecamente Mojave. El desierto se nombró así por nosotros y debemos de salvaguardar nuestra gente y el paisaje que hemos protegido por generaciones.
* Ashley Hemmers es una líder y Administradora de la tribu Fort Mojave.