It also changed our agendas, priorities, and perspectives of how we observe and analyze the reality that surrounds us. The fabric of humanity throughout history demonstrates how both are aligned with different events, life lessons, and experiences that man has had to confront.
In particular, our Faith Community had to discard things that could no longer be a part of this new context and structures that could no longer function in these conditions. This crisis shook more than the church’s systems, it shook our way of life. Without a doubt this sudden and unexpected change put structures in jeopardy allowing us to see if they were still aligned well to appeal, respond, and satisfy these needs. Obviously this did not happen because each structure emerges from a life lesson and an experience, and this pandemic brought new paradigms. There is no doubt that from here on new challenges will come for the church and for the development of the ecclesial mission.
What at the beginning appeared to be a hurricane that would uproot and destroy everything in its way, it became, at the same time, an opportunity with new challenges that were never dreamed of. Months ago perhaps some would have thought that the use of technological tools such as video conference calls, Zoom, live streaming on social media through Facebook or Youtube would become detrimental in fulfilling the ecclesial mission. However, without a doubt, this crisis provoked an awakening of a new paradigm on how to nourish interpersonal relationships along with community and bring about a new possibility of interaction, progress, and growth amongst the brethren.
By Rev. Daniel Cali
Parsippany, New Jersey
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Esta pandemia expuso algo más que una crisis de salud. Expuso las debilidades de un sistema que no estaba preparado para afrontarlas. Sin duda los desafíos se multiplicaron de forma radical en todas las áreas: en lo social, lo político, lo personal, lo familiar, lo espiritual y lo eclesial, entre otros. Cambió la manera de ver y disfrutar la vida. También cambió nuestras agendas, prioridades, y la perspectiva de observar y analizar la realidad que nos rodea. El desarrollo de la humanidad a lo largo de la historia demuestra que ambos van de la mano con los diferentes eventos, vivencias y experiencias que el hombre ha tenido que afrontar.
Nuestra comunidad de fe, en manera particular, tuvo que descartar aquellas cosas que ya no podían ser parte de este nuevo contexto y de las estructuras que no podían funcionar en estas condiciones. Esta crisis sacudió no sólo los sistemas de la iglesia, sino que sacudió el sistema de la vida misma. Sin duda, este cambio repentino e inesperado puso en jaque a las estructuras vigentes para ver si las mismas estaban en los lineamientos para apelar, responder y satisfacer a estas necesidades. Obviamente la respuesta era no, porque cada estructura surge a raíz de una vivencia y una experiencia; y como esta pandemia trajo nuevos paradigmas, no nos cabe la menor duda que, de aquí en adelante surgirán nuevos desafíos para la iglesia y para desarrollar la misión eclesial.
Al principio esta crisis pareció ser un huracán que arrancaría y destruiría todo a su paso. La misma se convirtió en una oportunidad de nuevos desafíos nunca antes soñados. Quizás meses atrás poco se pensaba que el uso de las herramientas de tecnología como las videollamadas en conferencia, Zoom, y las emisiones en vivo en las redes sociales a través de Facebook Live o YouTube, pasarían a ser una parte importante y determinante en la misión eclesial. Sin duda esta crisis provocó el despertar de un nuevo paradigma para desarrollar y nutrir las relaciones interpersonales y comunitarias al ofrecer la oportunidad de alimentar al pueblo de Dios y brindar una nueva posibilidad de interacción, desarrollo y crecimiento entre los hermanos.
Por Rev. Daniel Cali
Parsippany, New Jersey