As I continue my time at Iroquois National Wildlife Refuge, I am excited to learn about the unique area that Western New York is. Learning about the Great Lakes closest to us to even the specific watersheds that flow across large expanses to feed into these lakes has been a very rewarding experience. The more and more that I learn, I am able to connect with the public and listen to the connections that they have to the area. As I am attempting to see where I can best offer support to the urban environment, it is clear that the history that lives in the city thrives in the people here.
The amount of stories and connections the public holds to the lakes and rivers has been one of the most enjoyable parts of working here. With the signing of the Great Lakes Water Quality Agreement (almost 52 years ago in 1972) and the Great Lakes Legacy Act (first authorized in 2002), the amount of community interest has only increased in the area. One of the most positive stories has been of the Buffalo River. Declared as dead in 1967, it was not until 1987 (20 years later) that it was listed as an Area of Concern by the International Joint Commission.
Many different organizations, from private to public, federal and state agencies, and local nonprofits have all worked together to spread awareness and create change to the area. So much change has happened that 5 beneficial use impairments have been removed since 2018! Once all the beneficial use impairments are removed, the Buffalo River can be considered restored and undergo a lengthy (but well worth it) delisting process.
This story is such a huge part of the history here and there are many projects underway in the area of Buffalo to recover the Rust Belt City and improve the area for future generations. I am forever grateful to get to be in this unique urban environment and work with the amazing and supportive team I have at Iroquois National Wildlife Refuge.
Mientras continúo mi pasantía en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Iroquois, me encanta mucho aprender sobre el área única que es el oeste de Nueva York. Aprendiendo no solo sobre los Grandes Lagos más cercanos a nosotros, pero tambien sobre las cuencas hidrográficas que fluyen a través sobre grandes extensiones para alimentar estos lagos, ha sido una experiencia muy gratificante. Con lo que más aprendo, puedo conectarme con el público y escuchar las conexiones que tienen con el área. Mientras intento ver dónde puedo ofrecer mejor apoyo al cuidad, está claro que la historia que vive en la ciudad próspera en la gente de aquí.
La cantidad de historias y conexiones que el público tiene con los lagos y ríos ha sido una de las partes más agradables de trabajar aquí. Con la firma del Acuerdo sobre la Calidad del Agua de los Grandes Lagos (hace casi 52 años, en 1972) y la Ley del Legado de los Grandes Lagos (autorizada por primera vez en 2002), el interés de la comunidad ha crecido muchísimo. Una de las historias más positivas ha sido la del río Buffalo. Declarada muerta en 1967, no fue hasta 1987 (20 años después) que fue catalogada como Área de Preocupación por la Comisión Conjunta Internacional.
Muchas organizaciones diferentes, desde agencias privadas hasta públicas, federales y estatales, y organizaciones sin fines de lucro locales, han trabajado juntas para generar conciencia y cambios en el área. ¡Han ocurrido tantos cambios que se han eliminado 5 impedimentos de uso beneficioso desde 2018! Cuando se eliminen todas las limitaciones del uso beneficioso, el río Buffalo puede considerarse restaurado y someterse a un largo (pero que vale la pena) proceso de exclusión de la lista.
Esta historia es una gran parte de la historia aquí y hay muchos proyectos hoy en el área de Buffalo para recuperar la ciudad del cinturón de óxido "Rust Belt" y mejorar el área para las generaciones futuras. Siempre estaré agradecido de poder estar en este entorno urbano único y trabajar con el increíble y solidario equipo que tengo en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Iroquois.